23 de octubre de 2025
TOKIO.— Por primera vez, una mujer gobierna Japón. Pero la “victoria simbólica” de la designación de Sanae Takaichi no cambia las expectativas sociales de otras políticas, presionadas para priorizar sus familias sobre sus carreras.
En Japón, los roles de género permanecen rígidamente arraigados. Se espera que las mujeres se ocupen del hogar y la familia, incluso cuando trabajan. Están ampliamente subrepresentadas en la política y los negocios.
Cuando Makoto Sasaki se postuló a las elecciones municipales de una ciudad del noreste de Japón a los 26 años de edad, algunos votantes le recomendaron formar una familia en lugar de hacer política.
Dos años después, Sasaki ocupa uno de los 22 escaños concejales de Miyako, la mitad de cuyos integrantes son hombres de más de 70 años. Sólo hay tres mujeres.
Mientras no abordemos las estructuras sociales, como la brecha de género, la distribución de las tareas domésticas, el trabajo de cuidados”, el número de mujeres en la política “no aumentará”, considera Sasaki.
Takaichi, del ala conservadora del Partido Liberal Democrático (PLD) y admiradora de Margaret Thatcher, prometió un gobierno con una proporción “escandinava” de mujeres… pero al final sólo designó a dos.
Sasaki considera “extraordinario” que una mujer dirija el país, pero duda que Takaichi promueva la igualdad de género.
Japón figura en el lugar 118 de 148 en el informe de 2025 del Foro Económico Mundial sobre la brecha de género. La Cámara Baja del Parlamento tiene sólo 15% de mujeres.
En Toma (oeste de Japón), Chihiro Igarashi, de 37 años, política local y madre de dos niños pequeños, confiesa estar “preocupada constantemente” por tener que conciliar su vida familiar con su mandato.
La idea de que son las madres quienes deben acudir en caso de emergencia está profundamente arraigada”, explica.
Igarashi desconfía de Takaichi por sus posturas contra el matrimonio homosexual y a favor de mantener la ley que impone un apellido único a las parejas casadas.
Pero su tenacidad merece respeto (…) Tuvo que hacer esfuerzos extraordinarios”, reconoce Igarashi, una de las únicas dos mujeres entre los 13 concejales municipales de Toma.
En Atsugi, cerca de Tokio, Erika Tsumori, de 34 años, es una política local y madre separada con dos niños que defiende liberar a las mujeres de las expectativas sociales y los prejuicios.
Mi ciudad es conservadora, así que me pidieron no decir abiertamente que soy madre soltera”, recuerda.
También me dijeron que no era una candidata digna porque llevaba pendientes largos”, considerados como poco formales. “Creo que eso está cambiando”, asegura, al señalar que el número de candidatas está aumentando.




















Deja una respuesta